¡Cómo me gusta el verano y sus días soleados! Me activa y me llena de energía. En cuanto llega el buen tiempo parece que me han puesto unas pilas (de esas de las del conejo) y no paro. Piscina, playa, patinar, quedar con amigos, ir de camping.. Vamos, que me falta el tiempo. Todos los años voy algún fin de semana a algún pueblo costero de Portugal, pero este año no amanezco en Badajoz ningún fin de semana. ¡Qué gran descubrimiento ir de camping a Portugal! Está cerca, tiene unos pueblos preciosos y el paisaje es maravilloso. ¡¡¡Y qué ricos están sus postres!!!
Curioseando, uno de estos días, en una tienda de Melides, descubrí el azúcar natural de caña. Parece ser que en Portugal, y seguramente en muchos más sitios, se utiliza mucho este azúcar, sobre todo para su repostería tradicional. Pero yo no lo había visto nunca. El azúcar moreno de caña integral sí, por supuesto. Pero éste tiene un color más oscuro que el natural. Y la textura y el sabor también son distintos.
El caso, es que en el paquete venía escrita la receta de las Queijadas de Évora, y pensé...."Nunca he hecho un postre portugués. Pues ya estoy tardando". Y en cuanto llegué a casa me puse manos a la obra, con la complicación de que como nunca he probado este pastel, no sabía cómo tenía que ser el resultado. Pero creo que salí airosa del reto, porque no quedó ninguno.